Archivo de diciembre 2006

25
Dic
06

La que se nos viene encima…

No quiero ser agorero. Tal vez sea tan sólo una falsa alarma, o un mal análisis, pero desde luego, si los datos son ciertos, es un poco preocupante. 

Cito a continuación la información que me ha llegado de una asociación política sobre datos macroeconómicos en los EEUU:
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1) El déficit llegó a 800.000 millones, y solo se mantiene por las compras de
los bonos del Tesoro en el exterior, pero esas compras cayeron un 50 % en 2
meses; los bancos centrales asiáticos compensaron el déficit. ¿Hasta cuando
lo harán?


2) No se informa mas la cantidad de dólares que se imprimen, junto con
esto, nuevas firmas londinenses están usando dinero recién impreso para
comprar Bonos del Tesoro. ¿Será que ellos mismos se compran sus bonos con
dólares sin respaldo?


3) Para apoyar esta compra extraña están las cifra que indican que los
londinenses compraron en 2006, 140.000 millones de dólares en bonos mas que
el año de 2005. ¿Que extraño interés? ¿No?


4) El aumento del endeudamiento de las familias, (10 billones de dólares)
provocará una quiebra generalizada en cuanto aumenten los intereses y estos
están aumentando, para atraer inversores al dólar.


5 ) En 10 años USA, perdió 3 millones de empleos, vendió al extranjero unas
14.000 industrias, con lo cual casi toda la industria nacional está en manos
de extranjeros, estos poseen 12 billones en inversiones , la mitad de la
deuda y todos los préstamos que están por otorgarse, son de origen externo.
>>


Que conste que yo de economía ni papa, pero llevo tiempo escuchando ciertas noticias algo inquietantes, para el que esté un poco al quite. Todo empezó con la jubilación de Greenspan (el jefazo de la Reserva Federal, dicen que era el hombre que dirigía el mundo). Mr. Greenspan era un analista de los de película: viejuno (dentro de 20 años lo mismo Joaquín Reyes lo mete a presentar la Hora Chanante), gafas, enjuto y gris. Una de esas personas para los que el dinero es tan sólo números, para los que la Economía es tan sólo una geometría (consejo para esa gente: estudien Física Cuántica y déjennos a los demás vivir tranquilos) en lugar del trabajo y el pan de miles de millones de personas. A mí me caía un poco gordo, pero me daba credibilidad. Y tanto: nunca fallaba. Usaba siempre el futuro simple: «el paro subirá, los precios del petroleo se mantendrán estables, la inversión extranjera aumentará un 2%…». Era el augur del Imperio. Sabía todo lo que iba a pasar, quizás porque no predecía el futuro, sino que ordenaba que fuera así.


Pero a todos nos llega la hora, y se jubiló. Dejó la Reserva Federal en manos de Ben Bernanke, que no me inspira confianza ninguna. Me puse a pensar y me dije: «si a mí, simple mortal desvinculado del todo de la dinámica económica gringa no me da buena espina, ¿qué confianza le dará al especulador londinense, milanés, nipón o taiwanés?».


La cosa no es baladí. En economía, la confianza lo es todo. La economía estadounidense, que se supone que es la locomotora mundial, está gobernada por el director de la Reserva Federal. El Gobierno de la Casa Blanca hace ya varios años que tiró la toalla en temas económicos. Por eso hicieron la guerra: no hay mejor negocio para el invasor. En primer lugar, para gastar todas las armas almacenadas que se estaban oxidando. Paga el contribuyente, así que cuanto más se gaste mejor. Cuanto más mejor, porque quienes fabrican las armas que compra el Gobierno son los amigos y la familia del Presidente, claro. Pero después está el pingüe negocio de reconstruir un país. Carreteras, puentes, puertos, aeropuertos, centrales eléctricas, oleoductos, gaseoductos… son siempre objetivos primarios de las bombas. ¿Cuánto cuesta construir un puente? Que se lo pregunten a Teófila. ¿Cuánto dinero se ganan las empresas que reconstruyen un país? Recordemos que quien paga es el contribuyente: el estadounidense, el irakí, y el del resto del mundo, porque la ONU siempre decide apoquinar para reconstruir los países arrasados –qué remedio– por las bombas. ¿De dónde saca la ONU el dinero? Lo aportan los miembros, es decir, los países miembros, es decir, las haciendas públicas de todos los países del mundo, es decir, todos y cada uno de los contribuyentes del mundo. Eso es sólo lo que pone la ONU, porque luego cada gobierno «aporta generosamente» algo (me pregunto si se habrán parado a pensar esto todos los votantes de cierto partido cuyo clamoroso silencio le dio alas a cierto presidente para apoyar cierto conflicto armado reciente: con su silencio le daban el dinero de sus impuestos para que empresas estadounidenses construyeran puentes en Bagdad, cuando en Cádiz hace 40 años que no se construye ninguno, con la falta que nos hace).


Otro beneficio inmediato de la guerra (para unas cuantas empresas, claro) es la «otra» reconstrucción. Cualquier polígono industrial es susceptible, militarmente hablando, de ser un peligroso laboratorio de armas químicas, aunque sea una fábrica de gusanitos. Así que todas las industrias se arrasan. Las industrias de un país son las que nutren a su mercado de los productos habituales del comercio (y más en un país que sufre un bloqueo comercial exterior). Eso significa que si en Irak hay –digamos– 15 millones de hogares, hay 15 millones de potenciales nuevos clientes de champú, espuma de afeitar, patatas, refresco de cola, telefonía, café, limpiasuelos… Si a la gente se la priva de sus marcas de toda la vida y a cambio se inunda los estantes de sus supermercados con productos del país de la libertad, quienes ganan son sobretodo las empresas que se meten en el ajo.


Así que a la guerra, sin miramientos. Es un negociazo. Y de paso te quitas de enmedio a unos cuantos miles de chavales parados, que además de cobrar el subsidio y arruinarte las cifras económicas cada mes, son un peligroso voto potencial demócrata. Con suerte no vuelven vivos de Ciudad Sader y no tienen que votar en las legislativas.


Pero el tiro, nunca mejor dicho, les ha salido por la culata. En un país tan inestable, ningún empresario en su sano juicio se atreve a invertir. Lástima, miles de muertos para nada. Otra vez será.


Y mientras, en casa (blanca), la clase media es cada vez menos media y más baja: recortes sociales, aumento de la precariedad laboral, del paro, de la pobreza… Los empresarios, con tal de hacer cada vez más dinero, trasladan las plantas de fabricación a México, a Guatemala, a Bolivia, a China, a India… Pero, ¿qué pasa cuando el consumidor de tus productos, i.e., el yanqui medio, ya no trabaja? Pues que no tiene dinero para comprar tus productos…


Otro signo que me preocupa –sobretodo por las implicaciones que tendría si ocurriese por aquí; o si condicional, es decir, cuando ocurra– es que (agárrense) se les estalló la burbuja inmobiliaria. Como lo oyen. Hace unos meses hubo en EEUU un desplome en los precios de la vivienda. Por poco demuelen la industria de la construcción. La cosa es que en una economía tan diversificada como la estadounidense, que un sector tenga una crisis es algo que puede pasar perfectamente sin que el país se vaya a la bancarrota. ¿Qué ocurriría en España si estalla la burbujita? Me maréo sólo de pensarlo.


Pero lo último no ha sido ninguna noticia, sino todo lo contrario. Precísamente la ausencia de noticias, que en el caso de la economía no es precísamente una buena noticia. Hace unos días me sorprendió la noticia de que la empresa que gestiona la bolsa de Nueva York ha decidido fusionarse con la que gestiona la mitad de los parqués europeos. Por un lado indica algo impensable hace apenas 5 años: Estados Unidos mira hacia Europa como forma de reflotar su negocio. Por otro, me sorprendió un detalle: era la primera noticia de operación económica a gran escala de una empresa estadounidense que merecía la importancia de ser reflejada en Euronews desde hacía no sé ni cuánto tiempo (más allá del eterno duelo Airbús-Boeing y de los precios del barril Texas).


Es cierto. Económicamente Europa es mucho más dinámica que EEUU. Y lo que es peor, Asia es, con mucho, la verdadera locomotora económica actual. Irán ha decidido (para sorpresa de la dirección del Banco Central Europeo) usar el euro como moneda internacional de intercambio, en lugar del dolar. Mucho más allá del mero gesto político del país de los ayatolás, la fortaleza del euro frente al dolar es innegable (lejos quedan ya aquellos balbuceantes primeros pasitos del euro cuando empezó a circular durante los primeros meses, que llegó a cambiar a 0.98$). El cambio es estable desde hace ya bastante, y se mueve entre 1.26 y 1.33 $ por cada € (convendría, de hecho, que se cambiara a 1.28, pero la debilidad de la economía estadounidense están alejando al euro de la linea ideal del 1.28). El gesto de los iraníes no es original: Hugo Chaves ya hace varios años que decidió comerciar en euros. ¿Seguirán la misma pauta Noruega (tercer exportador/productor de crudo del mundo), Nigeria (cuarto) o Rusia?


La economía estadounidense parece que empieza a dar signos de resquebrajamiento. No sé si es sólo un espejismo, si es una coyuntura circunstancial pasajera, si es un punto de inflexión o si es el principio del fin. Lo que es seguro es que es algo alarmante. Yo no soy pro-yanqui. Más bien todo lo contrario. Odio la prepotencia imperialista de su gobierno –no el actual, sino prácticamente todos los que han tenido–, pero una cosa tengo muy clara: como la economía estadounidense se desinfle, TODOS lo vamos a pasar muy mal.


Saludos.




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