Archivo de diciembre 2007

29
Dic
07

Símbolos nacionales.

Visto cómo se está poniendo el panorama en España, propongo que aceptemos oficielmante ciertos cambios en los símbolos de nuestra madre patria (que no nuestrs patria madre, que suena un poco feo) para fomentar el espíritu de pertenencia a una misma realidad socio-cultural, nacional a la par que plural y diversa.
 
Para empezar propongo cambiar el escudo: se acabó el cuartelado, con el castillo, el león, las cadenas, las barras y la granada. Demasiado medieval demasiado cargado de divisiones. Desde ahora el escudo va a ser el toro de Osborne. En el fondo ya lo hemos asumido todos como nuestro símbolo no oficial, no hay más que ver un partido cualquiera de nuestras selecciones de fútbol, de baloncesto, de balonmano, de hockey o de waterpolo, o de Rafa Nadal, o de nuestra Armada Invenvible, o el Tour de Francia, el Giro de Italia, o las carreras de Alonso o de Dani Pedrosa. Yo no veo jamás el escudo cuartelado, y sin embargo el toro de Osborne campea a sus anchas por el mundo. Estoy convencido de que muchos extranjeros creen ya realmente que el toro es nuestro escudo. ¡Asumámoslo nosotros! No vamos a ser los únicos…
 
Pero donde más podemos ganar en identificarnos realmente con un nuevo símbolo es con el himno. Desde hace mucho tiempo se debate sobre cómo ponerle letra al himno. Yo creo que el error está ahí, en ponerle letra a algo que lleva siglos sin ella. En mi opinión habría que cambiar el himno entero. Ya nos lo advirtió el trompetista australiano hace unos años. Yo propongo uno con letra fácil y que a todos nos llena: el Porrompompón de Manolo Escobar. Una letra sencilla, fácil de recordar y que describe a la perfección España.
 
¿Alguien podría imaginar un momento más bonito? Nuestra selección, todos mirando al cielo, con la mano en el pecho, cantando todos serios y llenos de sentimiento: "Porrompompóooooooon, porropoporompompero pero, porropoporompompero pero, porropoporompompónnnnnnnnn", mientras ondea al viento el toro de Osborne… Cañí total.
23
Dic
07

Qué injusto que es el canon.

Yo sigo sin ver claro lo del canon. Creo que hay maneras más eficientes y justas de retribuir a los "artistas" por su trabajo que cobrarnos a todos por cada cosa que cobremos. Además, sienta dos precedentes peligrosos: por un lado se acaba con la presunción de inocencia, y por otro se nos carga a todos los ciudadanos un "impuesto tecnológico" que va a beneficiar a cierta clase social que en realidad poco tiene que ver con esa tecnología.
 
Me explico: el canon graba los aparatos tecnológicos y herramientas de almacenamiento masivo relacionados con la informática, prácticamente en todas sus formas. La "excusa" es que pueden ser usados para copiar domésticamente música desde un soporte que es legal, o desde un soporte remoto. A ver: la ley me permite a mí, usuario, realizar tantas copias quiera de mi software o de mi música, mientras que sean para uso personal y sin ánimo de lucro. Es decir, si yo no me dedico a vender esas copias, yo no estoy haciendo nada ilegal. Por otro lado, en internet existe una inmensa cantidad de datos, software, música y demás que es abslutamente gratuíto. ¿Por qué he de pagar yo al señor Ramoncín, por poner un ejemplo, por cada una de las copias de Ubuntu que yo me descargue de internet y grabe en un CD? ¿Por qué el señor Luis Cobos debe percibir dinero por el hecho de que yo tenga un teléfono móvil, si el único tono que utilizo es el sonido de un teléfono sonando? ¿Por qué tengo que pagar a los señores de Presuntos Implicados por tener una impresora con la que imprimir mis propios apuntes? ¿Por qué los señores de Extremoduro tienen que cobrarme a mí dinero por tener yo un ordenador con el que realizar conectarme a internet y chatear con mis amigos, o entrar en la página de mi correo electrónico, o bajarme de la página de una asignatura de mi universidad unos apuntes editados por mi profesor?
 
Lo más grabe, al margen del hecho de que nos están cobrando, es la manera en que se viola la presunción de inocencia. Se me cobra un canon sobre aquellos objetos susceptibles de ser usados para piratear, vayan a ser usados para eso o no. Yo no sé ustedes, pero para mí eso es violar flagrantemente el derecho de la presunción de inocencia.
 
Por otro lado, ¿a dónde va ese dinero? ¿Quién lo gestiona, y sobre todo, quién lo cobra? A mí sinceramente no me hace ninguna gracia que primero me bombardeen constantemente con una canción, que por cierto no me gusta nada, y luego con la excusa de que es la más vendida (a base de obligarnos a escucharla, la mayoría de las discotecas la pondrán como canción de moda, y hagan cálculos, un disco por cada discoteca…), el pamplinoso de turno que haya creado esa obra de arte (nadie duda que pasará a la Historia de la Música, justo al lado de las cantatas de Bach y de la tetralogía del anillo Wagner) se va a llevar a su bolsillo esos euros de más que a mí tanto me han costado ganar para poder comprarme un teléfono móvil, una impresora, o ese ordenador que necesito. Eso por no hablar de las discográficas y las productoras de cine. Encima de que no voy casi nunca al cine porque me parece que lo que se exhibe actualmente, por lo general (salvo escasas pero muy buenas excepciones) es una basura (y pido perdón a la basura por compararla con el cine actual), como no consiguen cobrarme por las entradas que no compro, van a cobrarme por mi ordenador, o por la tarrina de DVD’s que me compre (¿y a usted qué cojones le importa lo que yo grabo en esos DVD’s? ¿Es que no puedo coleccionar distribuciones de Linux, o qué?). Por cierto, las películas más taquilleras serán las que más pastel se lleven. Precísamente cuando yo voy al cine a ver justo las otras, las que no rebientan las taquillas, las que de verdad que necesitan que se las ayude. Por esas películas sí que pago yo, y esas películas sí que gustosamente me las compro, originales.
 
El mundo del arte no muere de hambre. Nosotros no estamos aprovechándonos del trabajo de nadie, antes al contrario. Aquí hay mucha gente (desde algunos "artistas" hasta, sobretodo, mucho empresario sin escrúpulos) que se va a aprovechar del trabajo de los demás, de lo que cada uno de nosotros sudamos para poder darnos del capricho de comprarnos un móvil, un ordenador o una impresora nueva (y para la mayoría de nosotros, esos objetos son ya herramientas de trabajo, y no es precisamente un capricho comprarse una de esas herramientas, sino que por lo general tenemos que comprarnos una nueva cuando la antigua no funciona ya bien).
 
Me pregunto qué un investigador que se compra un ordenador con el dinero de un proyecto de investigación (dinero público, que sale de los impuestos de todos) tiene que pagar con parte de ese dinero un canon a un "artista", cuando expresamente ese instrumento va a ser usado para investigar contra el cancer, o la diabetes, o la fusión fría, lo que sea. Por qué parte del dinero que entre todos los españoles dedicamos a la investigación científica se lo van a llevar unos cuantos profesionales del entretenimiento y sobretodo los dueños de las empresas que los contratan (lease discográficas, productoras, televisiones, etc). A cuento de qué el dinero que debería usarse para buscar una manera de salvar vidas tiene que terminar en el bolsillo de alguien que vive en Miami.
 
¿Que los "artistas" y profesionales del entretenimiento no perciben por el pirateo parte de lo que trabajan? Cierto, pero la sociedad, en conjunto, no tiene la culpa de eso. No se puede culpar a justos por pecadores. Porque de la misma manera que no es justo que un grupo que acaba de empezar, que ha tenido suerte con una canción y que ve que mientras todo el mundo escucha su canción, los discos que venden no reflejan esa realidad, tampoco es justo que mi madre, que tiene que comprarse ya un móvil porque el que tiene ya no funciona bien, tenga que pagar 10 o 15 euros más por él, porque ya no hacen móviles que no preproduzcan mp3, y mi madre no sabe ni leer un mensaje de texto.
 
Repito que yo no niego que los profesionales del entretenimiento hacen un trabajo, y que deban ser remunerados por ello, de alguna manera, aun cuando su trabajo se piratee. Pero es que aquí no somos tontos, y sabemos muy bien en qué bolsillos va a terminar la mayor parte de ese dinero: las discográficas y productoras, que casualmente son accionistas (cuando no son la empresa matríz, en algunos casos) de las empresas que fabrican los DVDs, los CDs, los ordenadores, los teléfonos móviles, las impresoras… O sea, que con la excusa de salvar la cultura y a los artistas, vamos a pagar dos veces a los mismo señores, una vez el precio de los aparatos tal y como a ellos les da la gana vendérnoslos, y otra por un canon del que van a sacar una buena tajada.
 
Hace un par de años escuché una idea que me pareció que iba a poder zanjar definitivamente el problema. Me pareció una idea genial, y sinceramente creía que con eso se iba a conseguir algo grande: no que la gente dejara de piratear, sino que los creadores no dejaran de percibir dinero por el pirateo. La idea era tan sencilla como meter una ventana de publicidad en los programas que se usan para el pirateo. Las empresas que quisieran publicitarse pagarían por ese espacio publicitario, y los "artistas", profesionales del entretenimiento, etc, cobrarían de esa publicidad en proporción a la cantidad de obras que se "consumieran" através de esos programas. No entiendo por qué no salió adelante esa propuesta. A mí sinceramente me parece mucho más lógica y justa que la de cobrarnos indiscriminadamente a todos. Seguramente a alguno no le interesaría que eso saliera adelante, y punto, como suele pasar en este mundo.
20
Dic
07

Elegir en qué guerra quiero morir.

A veces perder una batalla significa perder la guerra, morir. Hay días que uno sabe que han de llegar, que están ahí, que se aproximan inexorablemente, pero que pretendemos ignorar, como si de nuestra voluntad dependiera lo que tenga que ocurrir. Hay situaciones a las que estamos avocados, situaciones que sabemos que van a ocurrir, que luchamos por evitar, pero que finalmente ocurren.
 
En la vida hay momentos en los que ya no sale el sol, en los que todo se ve en blanco y negro, frío, como el susurro del viento nocturno entre los árboles. Hay momentos que llegan y te dejan muerto, te sientes inerte, sin fuerzas, sin energías. Te sientes derrotado, hundido, aniquilado. Has perdido una batalla, que significa mucho más que una simple batalla. Has perdido tu guerra.
 
Pero uno sigue vivo. Sigue vivo y con el tiempo recupera la dignidad. Y tras la dignidad, uno recupera la energía, y tras la energía, la risa. Entonces, sólo entonces, uno descubre que pudo haber perdido la guerra, pero no la vida. Uno descubre que el dolor es el mejor de los maestros, y que aquello que no te mata, te hace más fuerte. Uno comprende que hay guerras que no merecen la pena ser luchadas, y que sólo puede sacrificarse una vez. El vencedor es el que gana la guerra, pero el que sobrevive vencido gana dos veces. El vencedor pudo ser más fuerte en un momento en concreto, o pudo tener suerte en el momento adecuado. Pero el vencido que sobrevive es más fuerte, precisamente porque sobrevive vencido. El vencedor puede que piense que es poderoso, que se deje llevar por la ambición y pretenda conquistar el mundo, puede que sus ansias de poder no tengan límites hasta que alguien lo derrota y le para los piés. El vencido, sin embargo, aprende que en la vida lo importante es eso, vivir. Que la ambición y el poder, el triunfo, son las mieles de los infelices, de los que no conocen realmente la vida. El vencido aprende que vivir es mucho más importante que ganar, que hay que estar realmente desesperado para arriesgar la vida, y que la risa del que ha sido vencido es mucho más poderosa que el poder y la ambición del que se cree invencible.
 
Hay batallas que te matan, que hacen que pierdas la guerra y la vida. Hoy he perdido una, y me he encontrado con quien me venció en otra. Hoy me siento como el vencido que ha aprendido la mayor de las lecciones, aquella que no han aprendido sus vencedores. Ese conocimiento, de alguna manera, me pone por encima de ellos. Yo ya sé que no quiero elegir ninguna guerra en la que morir. Yo ya sé que ninguna guerra merece la pena. Hoy he perdido una batalla, pero he aprendido que la vida es mucho más que cualquier guerra.
 
Nadie podrá jamás volver a robarme la risa.




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