06
Feb
12

Aprendiendo a hablar.

Hacía ya tiempo que estaba rumiando escribir este artículo. No quiero que se lea como si estuviera dando lecciones a nadie, porque si uno lee mi propio blog comprenderá que yo mismo tengo que aplicarme mucho de lo que voy a decir. Pero lo cortés no quita lo valiente, y me parece importante que alguien diga esto de una vez.

Dos acontecimientos recientes han precipitado que esta reflexión llegue definitivamente a cobrar forma escrita. Por un lado, un percance tonto con un usuario de un foro. Por otro lado, la reflexión que Miquel López Iturriaga ha realizado en su blog El comidista (uno de los pocos blogs que tengo el placer de seguir) sobre el linchamiento público al que Ivan Thays está siendo sometido por este artículo.

Una de las peores herencias que los españoles les legamos a Latinoamérica es nuestra completa falta de tacto a la hora de decir las cosas a la cara. Se puede (y se debe) ser completamente sincero, pero también se puede (y se debe) hacer un esfuerzo por escoger las formas y las palabras para transmitir ese mensaje. A este caso le vienen perfectamente las palabras de McLuhan: «el mensaje es el medio». Para empezar, como dice Harry el Sucio en una de sus películas, «las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno». Así que lo primero que deberíamos hacer es aprender a aceptar las opiniones ajenas como lo que son: opiniones y ajenas. No hace falta dejar de hablarse con alguien porque la otra persona no opine como tú en lo que sea.

Pero creo que además deberíamos hacer un gran esfuerzo por aprender a decir las cosas. En otras culturas, como la alemana, cuando hay que hacer una crítica a alguien, el crítico suele adoptar un perfil extremadamente diplomático y pedagógico. Se empieza no por soltar lo malo, sino por ensalzar lo positivo, y luego, con mucha tranquilidad y mucho tacto, se indica aquello con lo que se discrepa, razonando mucho en por qué se discrepa de ello, y ofreciendo una alternativa no como una imposición, sino como una mejora. Todo ello envuelto, como es natural, en un ambiente de escucha y de comprensión mutuas.

No es ninguna tontería de lo que estamos hablando. Se llama «convivencia», y es la base de una sociedad. No me extraña que en España vivamos aun con la sombra de «las dos Españas». Saber escuchar y aceptar a los demás y sus opiniones, y especialmente saber transmitir a los demás las opiniones propias para que sean recibidas como sugerencias para hacernos mejores, y no como puñaladas donde más duelen es una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra sociedad. Eso también es educación. Eso también es cultura. Y como todo lo que es cultura y educación, eso se aprende a base de esfuerzo y de voluntad. Así que la próxima vez que alguien te suelte una perla y estés tentado a sacarle los ojos, prueba a contar hasta diez, respirar hondo, y en lugar de soltar un comentario hiriente, busca la manera de decir lo que quieres decir sin que el otro lo vea como un insulto, sino como una oportunidad para mejorar en algo. A lo mejor así resulta que terminamos comprendiéndonos todos los unos a los otros y nos quedamos sin la inmensa mayoría de los problemas y las cosas que nos joden la vida.


2 Respuestas to “Aprendiendo a hablar.”


  1. 1 cata
    7 febrero 2012 a las 4:12 am

    He llegado «de rebote» a este texto pero, aun así, lo subscribo al 100% y lamento que no sea más común ese afán de convivencia que ud. describe. Un saludo.

  2. 7 febrero 2012 a las 5:50 pm

    Totalmente de acuerdo, aunque siendo yo de los de la mecha corta reconozca que así es, o debiera ser.


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